domingo, 2 de noviembre de 2008

EL DOCENTE INVESTIGADOR

El alma de todo profesor tiene que ser investigadora porque pedagogía e investigación son inseparables. Docencia e investigación son hermanas. Calidad educativa a investigación se nutren del mismo manantial. La investigación es la mejor manera de revisar los procedimientos y de mejorar los resultados en cualquier tarea docente.

Las experiencias de investigación agudizan el instinto del profesor valeroso y moderan los afanes del profesor utópico. El que investiga previene, calcula, piensa, critica, selecciona, contrasta, recupera, flexibiliza, triunfa. Así el instinto investigador contagia todas las tareas que se realizan y hasta se dinamiza a los discípulos que se educan más por la experiencia de quien sabe buscar que por la erudición de quien sabe diferenciar lo que son las realidades ciertas y lo que son lo deseos simplemente posibles.

La investigación exige esfuerzo y constancia. Eso significa entrega a la “indagación sistemática y a la exploración autocrítica". Requiere actitud de creatividad y de “búsqueda constante”, a fin de lograr una mejora sostenida en las tareas educadoras. Además, con el tiempo deja de ser una aventura y se convierte en un instrumento habitual de trabajo. Conviene romper el prejuicio de que tal herramienta esta reservada a los científicos y que los profesores o lo maestros normales no están hechos ni capacitados para tales empresas.

Conviene romper los mitos de la aristocracia investigadora que sembró el positivismo del siglo XIX, y sobre todo el cientificismo del XX y el tecnicismo del naciente XXI. Hay que volver los ojos a quien centra sus trabajos en un campo desafiante como la inteligencia y el corazón de los escolares de la más humilde escuela rural. En todos los sitios hay que buscar lo mejor y hay que usar instrumentos adecuados para lograrlo. Hay que desmitificar lo que se ha entendido y se entiende por investigación pedagógica, la cual se puede realizar en muchos campos y en diversos niveles.

En educación, que integra en su concepto todo lo que es información, instrucción, formación, adiestramiento y hasta creación, la investigación es obligada. Es un recurso que cuenta mucho en los educadores de valor y que solo los viejos maestros perezosos y rutinarios se niegan a introducir entre sus códigos de conducta profesional.

La investigación no es un entretenimiento que se realiza entra varios para satisfacer la curiosidad o para ocupar el tiempo. Tampoco es un negocio para obtener resultados inmediatos que terminen con patentes industriales o comerciales. Ni siquiera es un compromiso para mejorar el prestigio de una institución educativa de cara a mejorar su imagen ante las familias o ante la sociedad.

Ante todo y sobre todo es un servicio y un trabajo que se realiza en beneficio de los destinatarios que, de una u otra forma, tienen que ser siempre los que constituyen el campo de investigación que son los mismos alumnos y las estructuras escolares y educativas que los albergan durante una parte importante de su vida

En la investigación pedagógica no existen otros límites que la ética de la docencia, es decir la limitación en las actividades que puedan conducir a algún perjuicio o desdoro de los escolares. Por eso la investigación docente tiene que ser siempre transparente, sincera, participativa y cordial

La naturaleza de la educación humana es muy sutil. Está siempre en situación de tránsito pues cambian las costumbres, se renuevan los proyectos, evolucionas las personas y las sociedades y se suceden los planes y los sistemas. Por eso quien se mueve en terreno educativo es de una o de otra forma un investigador permanente. No toma a sus escolares como campos de investigación. Son mucho más importantes que un campo de pruebas. Pero sabe que para su bien hay que hacer cambios seguros y no aceptar aventuras. Investiga como parte de su continua mejora profesional.

Hay que tener en cuenta también que la vocación educadora se presenta con diversa intensidad en cada profesional docente. Es bueno que haya un número de “investigadores” vocacionados en cada entidad educadora, como es bueno que todos los demás, menos comprometidos con los cambios y las mejoras, sean comprensivos y tolerantes con los más vanguardistas. Es importante crear esa figura del profesor que es capaz de plantearse interrogantes contagiosos para los demás, pero no en el terreno dialéctico sino en el pragmático. Es decir, no es bueno el que polemiza verbalmente, sino e que se interroga en alta voz y busca luego explicaciones que comparte con los demás e incluso soluciones que resultan beneficiosas para todos.

Gracias a los profesores investigadores los grupos docentes progresan en determinados campos: el conocimiento mejor de los escolares, la superación de los métodos ineficaces, la adaptación en los medios difíciles o la mejor forma de superar las situaciones hostiles.

Y si los profesores investigadores tienen además capacidad de liderazgo, entonces las ventajas son superiores, pues hacen trabajar a los demás en determinados terrenos que necesitan cambios o mejoras, que son los cauces para lograr adaptación, transformación y superación.

Es bueno recordar a este respecto que la investigación reclama también determinadas condiciones personales y colectivas para que pueda realizarse adecuadamente.

Entre estas condiciones podemos señalar las que más comprometen a los profesores sencillos y normales, los que son profesores en ejercicio y ven discurrir su vida en las aulas, y no en los laboratorios

- Interés y gusto por un trabajo que no es obligatorio y que permite salir de la rutina y de la vulgaridad. Ese interés mueve a mejorar los métodos que se empelan y no sólo a figurar en la vanguardia de los que lucen sus cualidades en las revistas y en los foros. El anonimato, o modestia científica, ha sido patrimonio siempre de los grandes científicos

- Tiempo disponible y dedicación, lo cual significa que se cuenta con posibilidad de pensar, de repetir los experimentos, de contrastar las opiniones, por cuanto interesa más la objetividad y la veracidad que la simple difusión de los resultados. Entonces la investigación es auténtica y no simplemente literaria.

- Voluntad y capacidad de opción. Si existe realmente intención de realizar una investigación y no se predeterminan los resultados se siguen los pasos convenientes y se buscan las formas oportunas. Por eso una investigación hecha por encargo, o por negocio, corre el riesgo de estar viciada en sus presupuestos.

- Colaboración y apertura en el entorno, incluso comprensión e interés por parte de los colegas. Si se hace una investigación pedagógica para mejorar procedimientos, métodos o servicios educativos, lo que se va realizando debe estar siempre abierto a todos. Eso no ocurre en el campo de la investigación industrial o comercial donde el espionaje científico puede transferir datos a rivales y arrebatar beneficios materiales. En la investigación pedagógica tiene que haber mucho más altruismo.

Estas y otras cualidades dan certificado de investigación pedagógica a la que se hace en el contexto de la vida docente y la convierten en servicio a la comunidad, desarrolla de la personalidad docente e instrumento del progreso educador.

Y es que el motor de la transformación de la escuela y del incremento en la calidad de la educación en cualquier país, sociedad, comunidad, nivel o centro docente es el maestro. No son sus clases formales y obligatorias por pacto las que sirven de termómetro a la calidad, sino las actividades libres que reflejan el estilo y el espíritu que inspira todas las acciones. La responsabilidad en los deberes es buena. Lo que se hace superando las propias obligaciones es mucho mejor. Lo primero refleja responsabilidad. Lo segundo es eco de la creatividad.
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¿Qué es Investigar y qué no es investigar?

Investigar es buscar, explorar, cavilar; es ordenar conocimientos y datos de cara a clarificar situaciones y a poner a disposición de los demás cauces, recursos, estímulos y multitud de interrogantes y desafíos, a fin de hallar soluciones a los problemas o a los desafíos de la vida y de la ciencia.

Kurt Lewin (1890-1947), antropólogo alemán afincado en Estados Unidos, decía: “La investigación como acción es una forma de cuestionamiento autorreflexivo, llevada a cabo por los propios participantes en determinadas ocasiones, con la finalidad de mejorar la racionalidad y la justicia de situaciones, de la propia práctica social educativa, con el objetivo también de mejorar el conocimiento de dicha práctica y sobre las situaciones en las que la acción se lleva a cabo”.

La investigación estrictamente hablando tiene rasgos de originalidad. Pero busca la mejor, la eficacia, la mejor adaptación a las tareas. No se delita sólo en la novedad o se mueve por curiosidad. Muchos la confunden con buscar lo que otros han investigando y, mediante lecturas y citas. Consideran investigación el informarse bien sobre un asunto para comunicarlo luego a otros, mediante escritos o mediante conversaciones. El comunicarlo a otros, que puedan tener interés en determinado tema o asunto, es transmitir investigaciónde otros, no es estrictamente investigar algo propio.

La investigación supone tiempo y etapas

Pero, al menos en el terreno científico, la investigación no es la exploración de lo que otros han investigando, aunque etimológicamente el verbo investigar implica buscar y en su contenido semántico entra cualquier cosa que suponga esa labor. No hay que confundir pues la simple labor de buscar y de informarse con el concepto estricto de investigar en los ámbitos científicos, literarios, sociales o educativos. En los terrenos, cuestiones o temas pedagógicos tampoco es eso verdadera investigación.

Investigar es plantearse un problema, formular una hipótesis, sentir un desafío. Y comenzar a buscar los mejores caminos para llegar a una meta. Resolver lo que educativamente se presenta como problema es algo gratificante.

Por eso es interesante recordar el proceso que implica la labor de investigación. El mismo Kurt Lewin citado desarrollaba el concepto, indicando que la investigación es siempre un proceso que implica al menos cuatro momentos o fases que definen la labor:

1. La Observación. Supone el descubrimiento de un problema o de una situación que despierta interrogantes. Es el momento del diagnóstico provisional y aparente y del reconocimiento de la situación inicial. Las preguntas surgen con más abundancia que las respuestas y las dudas se multiplican y desafían. Se precisan las variables y se establecen los límites de la investigación.
Se concluye lo que es conveniente. Se decide uno a ordenar, agrupar, disponer y distribuir los datos, de acuerdo con los objetivos que se entrevén. En este momento primero el investigador se decide a preparar la información, a fin de proceder a su análisis e interpretación. Es preciso discernir y clarificar; y para ello se comienza por asociar, relacionar, buscar, recoger datos incipientes y, bajo sospecha y diversas hipótesis, se intentan aclarar los interrogantes.

Así nace el clima investigador.

2.- La Planificación. Implica un fino proceso de previsión y de cálculo. Se relacionan los recursos disponibles y se previene la búsqueda de otros posibles y convenientes. Se perfila un plan de acción, críticamente informado, para mejorar aquello que ya está en la mira de quien hace la investigación.
En ese plan de acción es preciso diseñar un proceso que abarque todo lo fundamental: tiempos, aportaciones, recursos, ventajas inconvenientes. Se termina formulándose ante sí mismo compromisos y previsiones.
Se decide uno a ordenar, agrupar, disponer y distribuir los datos preferentes, de acuerdo con los objetivos que se entrevén como importantes o como convenientes. En este momento el investigador se decide a preparar la información a fin de proceder a su análisis e interpretación y vencer las dificultades hasta llegar a las últimas consecuencias.

3.- La Acción. Es propiamente la etapa creativa o exploratoria de la investigación. En esta fase es donde reside la novedad. Implica recogida de datos, ordenación, interpretación y compleja interrelación.
Se puede hacer individual y colectivamente. Puede ser muy larga o muy corta. Entran en juego elementos simples y muy limpios. O a veces se complican las cosas y se interfieren muchos elementos que no resultan fáciles de interrelacionar y que acaso se van presentando como superfluos
Según la naturaleza de la investigación y los objetivos que se persiguen que van empleando los instrumentos disponibles o se buscan otros nuevos y más adaptados a medida que se avanza en la labor

4.- Reflexión sobre los datos. Y formulación de conclusiones sobre ellos. Los datos recogidos y elaborados racional o estadísticamente se convierten en conclusiones. Se difunden y publican si interesa o se quedan ocultas para ser usadas por muy pocas personas.
Las conclusiones culminan la investigación, pero siempre quedan flecos que es preciso clarificar o consolidad posteriormente.
Además es conveniente recordar que con frecuencia los datos y las conclusiones con el tiempo envejecen y los que pudo resultan contundente e indiscutible en un tiempo, más adelante se puede revisar y presentar como no tan seguro
Pocas cosas o pocas materias pueden aspirar a presentar conclusiones de validez perpetua

El esquema de otro autor clásico de la investigación no es menos claro y sugestivo que este de de Kurt Lewin. Es el de Claudio Bernard (1813-1878) quien, en su libro "Introduction à la médicine expérimentale" (1865 ), señaló que la hipótesis es el instrumento auxiliar que estimula la experimentación y verificación. Este autor, promotor del método “experimental”, promueve la investigación científica clásica con el diseño o modelo siguiente:
1. Se plantea una hipótesis de trabajo. Esta hipótesis depende de la ciencia o de la materia de que se trate. Pero en todo caso es el sentido común el que dice si una cosa es posible, probable, o simplemente utópica.
2. Se precisa el método o sistema que se va a emplear para convertir la hipótesis en tesis confirmada o eventualmente rectificada.
3. Se recogen los datos a favor o en contra de lo supuesto y se buscan tanto los que facilitan la hipótesis como los que se oponen a ella. Por supuesto esos datos tienen que venir de los experimentos o comprobaciones que se hacen con instrumentos y de forma objetiva y adecuada. El experimento es el hecho externo, repetido y mensurable que sirve para sacar conclusiones.
4. Se elaboran luego esos datos, se contrastan, se relaciones o se cuantifican y se expresan en tablas o en gráficos. Se establecen asociaciones y se comprueban incluso de modo que no dejen lugar a dudas.
5. Se formulan conclusiones totales o parciales y se garantiza la objetividad mediante la documentación recogida. Las conclusiones deben ser coherentes, sistemáticas, breves y operativas. No deben ser reflexiones literarias, sino afirmaciones o negaciones científicas demostradas y demostrables con nuevos experimentos
6. Se termina publicando o difundiendo las conclusiones, fruto de la investigación. Y se hace de una manera popular para la divulgación o de forma científica para la colaboración interdisciplinar.
Todos los grandes promotores de la ciencia han tenido siempre en su mente que es preciso hacer algo para mejorar sus planteamientos metodológicos y para lograr resultados positivos en la búsqueda de nuevos progresos en todos los campos de la ciencia y de la vida. Si recordamos el aporte de algunos estudiosos, observaremos cómo los términos se van precisando y las metodologías se hacen más secuenciales, es decir más perfectas, sistemáticas y más dinámicas.

Francisco Bacon (1561-1625) ya en el siglo XVII buscaba caminos para la ciencia. Hablaba de la expresión “experientia literata”, aludiendo a la capacidad de la mente para establecer conclusiones. Aludía a los grandes principios racionales de la investigación y formulaba varias reglas rectoras de la reflexión científica.
Las reglas de la inducción de Bacon son las siguientes:

De la presencia: Si siempre que se da A se da B, y siempre que se da B se da A, quiere decir que hay relación de interdependencia entra A y B

De la variación. Si siempre que se varía A entonces varía B o si siempre que varía B se varia A, ello significa que hay relación entre A y B

De la ausencia. Si se hace desaparecer B y entonces desparece A o viceversa, quiere decir que hay vínculos entre B y A y entre A y B

Su contemporáneo Galileo Galilei (1564-1642), el más recordado de los científicos por su heliocentrismo heredado de Nicolás Copérnico (1473-1543), prefería hablar de la “experiencia sensata”; y se enfrentaba al principio de autoridad religiosa o bíblica en terrenos científicos, no admitiendo en ellos más autoridad que la exploración y la búsqueda de datos objetivos mediante la observación experimental. Nada es verdad porque lo diga un gran maestro. Simplemente el maestro lo dice porque es verdad, que no es lo mismo. La ciencia y la vida progresan porque sabemos buscar formas para demostrar las teorías que nuestra mente formula. Le gustaba hablar de la “experiencia sensata”, que es la que se fundamenta en los sentidos.
Contra los dogmáticos aristotélicos de su tiempo, recordaba que "el mismo Aristóteles" antepone “las experiencias sensatas a todos los razonamientos". Y añadía: "No cabe la menor duda de que, si Aristóteles viviese en nuestra época, cambiaría de opinión. Esto se deduce manifiestamente de su propio modo de filosofar. Por ejemplo, cuando escribe que considera que los cielos son inalterables, etc., porque en ellos no ha visto engendrarse ninguna cosa nueva ni desvanecerse ninguna cosa vieja, nos da a entender implícitamente que, si hubiese visto uno de estos accidentes, habría considerado lo contrario, anteponiendo, como conviene, la experiencia sensata al razonamiento natural".

Y esto que pensamos y decimos de la ciencia del universo, en clave de Galileo, hay que decirlo de todo lo humano y terreno. Sólo lo divino se escapa de nuestra observación directa. Por eso lo humano depende de nosotros y debemos entrar a fondo en desentrañar su naturaleza para ponerlo mejor al servicio de los hombres.
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