El alma de todo profesor tiene que ser investigadora porque pedagogía e investigación son inseparables. Docencia e investigación son hermanas. Calidad educativa a investigación se nutren del mismo manantial. La investigación es la mejor manera de revisar los procedimientos y de mejorar los resultados en cualquier tarea docente.
Las experiencias de investigación agudizan el instinto del profesor valeroso y moderan los afanes del profesor utópico. El que investiga previene, calcula, piensa, critica, selecciona, contrasta, recupera, flexibiliza, triunfa. Así el instinto investigador contagia todas las tareas que se realizan y hasta se dinamiza a los discípulos que se educan más por la experiencia de quien sabe buscar que por la erudición de quien sabe diferenciar lo que son las realidades ciertas y lo que son lo deseos simplemente posibles.
La investigación exige esfuerzo y constancia. Eso significa entrega a la “indagación sistemática y a la exploración autocrítica". Requiere actitud de creatividad y de “búsqueda constante”, a fin de lograr una mejora sostenida en las tareas educadoras. Además, con el tiempo deja de ser una aventura y se convierte en un instrumento habitual de trabajo. Conviene romper el prejuicio de que tal herramienta esta reservada a los científicos y que los profesores o lo maestros normales no están hechos ni capacitados para tales empresas.
Conviene romper los mitos de la aristocracia investigadora que sembró el positivismo del siglo XIX, y sobre todo el cientificismo del XX y el tecnicismo del naciente XXI. Hay que volver los ojos a quien centra sus trabajos en un campo desafiante como la inteligencia y el corazón de los escolares de la más humilde escuela rural. En todos los sitios hay que buscar lo mejor y hay que usar instrumentos adecuados para lograrlo. Hay que desmitificar lo que se ha entendido y se entiende por investigación pedagógica, la cual se puede realizar en muchos campos y en diversos niveles.
En educación, que integra en su concepto todo lo que es información, instrucción, formación, adiestramiento y hasta creación, la investigación es obligada. Es un recurso que cuenta mucho en los educadores de valor y que solo los viejos maestros perezosos y rutinarios se niegan a introducir entre sus códigos de conducta profesional.
La investigación no es un entretenimiento que se realiza entra varios para satisfacer la curiosidad o para ocupar el tiempo. Tampoco es un negocio para obtener resultados inmediatos que terminen con patentes industriales o comerciales. Ni siquiera es un compromiso para mejorar el prestigio de una institución educativa de cara a mejorar su imagen ante las familias o ante la sociedad.
Ante todo y sobre todo es un servicio y un trabajo que se realiza en beneficio de los destinatarios que, de una u otra forma, tienen que ser siempre los que constituyen el campo de investigación que son los mismos alumnos y las estructuras escolares y educativas que los albergan durante una parte importante de su vida
En la investigación pedagógica no existen otros límites que la ética de la docencia, es decir la limitación en las actividades que puedan conducir a algún perjuicio o desdoro de los escolares. Por eso la investigación docente tiene que ser siempre transparente, sincera, participativa y cordial
La naturaleza de la educación humana es muy sutil. Está siempre en situación de tránsito pues cambian las costumbres, se renuevan los proyectos, evolucionas las personas y las sociedades y se suceden los planes y los sistemas. Por eso quien se mueve en terreno educativo es de una o de otra forma un investigador permanente. No toma a sus escolares como campos de investigación. Son mucho más importantes que un campo de pruebas. Pero sabe que para su bien hay que hacer cambios seguros y no aceptar aventuras. Investiga como parte de su continua mejora profesional.
Hay que tener en cuenta también que la vocación educadora se presenta con diversa intensidad en cada profesional docente. Es bueno que haya un número de “investigadores” vocacionados en cada entidad educadora, como es bueno que todos los demás, menos comprometidos con los cambios y las mejoras, sean comprensivos y tolerantes con los más vanguardistas. Es importante crear esa figura del profesor que es capaz de plantearse interrogantes contagiosos para los demás, pero no en el terreno dialéctico sino en el pragmático. Es decir, no es bueno el que polemiza verbalmente, sino e que se interroga en alta voz y busca luego explicaciones que comparte con los demás e incluso soluciones que resultan beneficiosas para todos.
Gracias a los profesores investigadores los grupos docentes progresan en determinados campos: el conocimiento mejor de los escolares, la superación de los métodos ineficaces, la adaptación en los medios difíciles o la mejor forma de superar las situaciones hostiles.
Y si los profesores investigadores tienen además capacidad de liderazgo, entonces las ventajas son superiores, pues hacen trabajar a los demás en determinados terrenos que necesitan cambios o mejoras, que son los cauces para lograr adaptación, transformación y superación.
Es bueno recordar a este respecto que la investigación reclama también determinadas condiciones personales y colectivas para que pueda realizarse adecuadamente.
Entre estas condiciones podemos señalar las que más comprometen a los profesores sencillos y normales, los que son profesores en ejercicio y ven discurrir su vida en las aulas, y no en los laboratorios
- Interés y gusto por un trabajo que no es obligatorio y que permite salir de la rutina y de la vulgaridad. Ese interés mueve a mejorar los métodos que se empelan y no sólo a figurar en la vanguardia de los que lucen sus cualidades en las revistas y en los foros. El anonimato, o modestia científica, ha sido patrimonio siempre de los grandes científicos
- Tiempo disponible y dedicación, lo cual significa que se cuenta con posibilidad de pensar, de repetir los experimentos, de contrastar las opiniones, por cuanto interesa más la objetividad y la veracidad que la simple difusión de los resultados. Entonces la investigación es auténtica y no simplemente literaria.
- Voluntad y capacidad de opción. Si existe realmente intención de realizar una investigación y no se predeterminan los resultados se siguen los pasos convenientes y se buscan las formas oportunas. Por eso una investigación hecha por encargo, o por negocio, corre el riesgo de estar viciada en sus presupuestos.
- Colaboración y apertura en el entorno, incluso comprensión e interés por parte de los colegas. Si se hace una investigación pedagógica para mejorar procedimientos, métodos o servicios educativos, lo que se va realizando debe estar siempre abierto a todos. Eso no ocurre en el campo de la investigación industrial o comercial donde el espionaje científico puede transferir datos a rivales y arrebatar beneficios materiales. En la investigación pedagógica tiene que haber mucho más altruismo.
Estas y otras cualidades dan certificado de investigación pedagógica a la que se hace en el contexto de la vida docente y la convierten en servicio a la comunidad, desarrolla de la personalidad docente e instrumento del progreso educador.
Y es que el motor de la transformación de la escuela y del incremento en la calidad de la educación en cualquier país, sociedad, comunidad, nivel o centro docente es el maestro. No son sus clases formales y obligatorias por pacto las que sirven de termómetro a la calidad, sino las actividades libres que reflejan el estilo y el espíritu que inspira todas las acciones. La responsabilidad en los deberes es buena. Lo que se hace superando las propias obligaciones es mucho mejor. Lo primero refleja responsabilidad. Lo segundo es eco de la creatividad.
Las experiencias de investigación agudizan el instinto del profesor valeroso y moderan los afanes del profesor utópico. El que investiga previene, calcula, piensa, critica, selecciona, contrasta, recupera, flexibiliza, triunfa. Así el instinto investigador contagia todas las tareas que se realizan y hasta se dinamiza a los discípulos que se educan más por la experiencia de quien sabe buscar que por la erudición de quien sabe diferenciar lo que son las realidades ciertas y lo que son lo deseos simplemente posibles.
La investigación exige esfuerzo y constancia. Eso significa entrega a la “indagación sistemática y a la exploración autocrítica". Requiere actitud de creatividad y de “búsqueda constante”, a fin de lograr una mejora sostenida en las tareas educadoras. Además, con el tiempo deja de ser una aventura y se convierte en un instrumento habitual de trabajo. Conviene romper el prejuicio de que tal herramienta esta reservada a los científicos y que los profesores o lo maestros normales no están hechos ni capacitados para tales empresas.
Conviene romper los mitos de la aristocracia investigadora que sembró el positivismo del siglo XIX, y sobre todo el cientificismo del XX y el tecnicismo del naciente XXI. Hay que volver los ojos a quien centra sus trabajos en un campo desafiante como la inteligencia y el corazón de los escolares de la más humilde escuela rural. En todos los sitios hay que buscar lo mejor y hay que usar instrumentos adecuados para lograrlo. Hay que desmitificar lo que se ha entendido y se entiende por investigación pedagógica, la cual se puede realizar en muchos campos y en diversos niveles.
En educación, que integra en su concepto todo lo que es información, instrucción, formación, adiestramiento y hasta creación, la investigación es obligada. Es un recurso que cuenta mucho en los educadores de valor y que solo los viejos maestros perezosos y rutinarios se niegan a introducir entre sus códigos de conducta profesional.
La investigación no es un entretenimiento que se realiza entra varios para satisfacer la curiosidad o para ocupar el tiempo. Tampoco es un negocio para obtener resultados inmediatos que terminen con patentes industriales o comerciales. Ni siquiera es un compromiso para mejorar el prestigio de una institución educativa de cara a mejorar su imagen ante las familias o ante la sociedad.
Ante todo y sobre todo es un servicio y un trabajo que se realiza en beneficio de los destinatarios que, de una u otra forma, tienen que ser siempre los que constituyen el campo de investigación que son los mismos alumnos y las estructuras escolares y educativas que los albergan durante una parte importante de su vida
En la investigación pedagógica no existen otros límites que la ética de la docencia, es decir la limitación en las actividades que puedan conducir a algún perjuicio o desdoro de los escolares. Por eso la investigación docente tiene que ser siempre transparente, sincera, participativa y cordial
La naturaleza de la educación humana es muy sutil. Está siempre en situación de tránsito pues cambian las costumbres, se renuevan los proyectos, evolucionas las personas y las sociedades y se suceden los planes y los sistemas. Por eso quien se mueve en terreno educativo es de una o de otra forma un investigador permanente. No toma a sus escolares como campos de investigación. Son mucho más importantes que un campo de pruebas. Pero sabe que para su bien hay que hacer cambios seguros y no aceptar aventuras. Investiga como parte de su continua mejora profesional.
Hay que tener en cuenta también que la vocación educadora se presenta con diversa intensidad en cada profesional docente. Es bueno que haya un número de “investigadores” vocacionados en cada entidad educadora, como es bueno que todos los demás, menos comprometidos con los cambios y las mejoras, sean comprensivos y tolerantes con los más vanguardistas. Es importante crear esa figura del profesor que es capaz de plantearse interrogantes contagiosos para los demás, pero no en el terreno dialéctico sino en el pragmático. Es decir, no es bueno el que polemiza verbalmente, sino e que se interroga en alta voz y busca luego explicaciones que comparte con los demás e incluso soluciones que resultan beneficiosas para todos.
Gracias a los profesores investigadores los grupos docentes progresan en determinados campos: el conocimiento mejor de los escolares, la superación de los métodos ineficaces, la adaptación en los medios difíciles o la mejor forma de superar las situaciones hostiles.
Y si los profesores investigadores tienen además capacidad de liderazgo, entonces las ventajas son superiores, pues hacen trabajar a los demás en determinados terrenos que necesitan cambios o mejoras, que son los cauces para lograr adaptación, transformación y superación.
Es bueno recordar a este respecto que la investigación reclama también determinadas condiciones personales y colectivas para que pueda realizarse adecuadamente.
Entre estas condiciones podemos señalar las que más comprometen a los profesores sencillos y normales, los que son profesores en ejercicio y ven discurrir su vida en las aulas, y no en los laboratorios
- Interés y gusto por un trabajo que no es obligatorio y que permite salir de la rutina y de la vulgaridad. Ese interés mueve a mejorar los métodos que se empelan y no sólo a figurar en la vanguardia de los que lucen sus cualidades en las revistas y en los foros. El anonimato, o modestia científica, ha sido patrimonio siempre de los grandes científicos
- Tiempo disponible y dedicación, lo cual significa que se cuenta con posibilidad de pensar, de repetir los experimentos, de contrastar las opiniones, por cuanto interesa más la objetividad y la veracidad que la simple difusión de los resultados. Entonces la investigación es auténtica y no simplemente literaria.
- Voluntad y capacidad de opción. Si existe realmente intención de realizar una investigación y no se predeterminan los resultados se siguen los pasos convenientes y se buscan las formas oportunas. Por eso una investigación hecha por encargo, o por negocio, corre el riesgo de estar viciada en sus presupuestos.
- Colaboración y apertura en el entorno, incluso comprensión e interés por parte de los colegas. Si se hace una investigación pedagógica para mejorar procedimientos, métodos o servicios educativos, lo que se va realizando debe estar siempre abierto a todos. Eso no ocurre en el campo de la investigación industrial o comercial donde el espionaje científico puede transferir datos a rivales y arrebatar beneficios materiales. En la investigación pedagógica tiene que haber mucho más altruismo.
Estas y otras cualidades dan certificado de investigación pedagógica a la que se hace en el contexto de la vida docente y la convierten en servicio a la comunidad, desarrolla de la personalidad docente e instrumento del progreso educador.
Y es que el motor de la transformación de la escuela y del incremento en la calidad de la educación en cualquier país, sociedad, comunidad, nivel o centro docente es el maestro. No son sus clases formales y obligatorias por pacto las que sirven de termómetro a la calidad, sino las actividades libres que reflejan el estilo y el espíritu que inspira todas las acciones. La responsabilidad en los deberes es buena. Lo que se hace superando las propias obligaciones es mucho mejor. Lo primero refleja responsabilidad. Lo segundo es eco de la creatividad.
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